Rudolph, ahora sentado sobre el trono, mira desde el pergamino que estaba estudiando. A medida que te acercas, lo deja a un lado y se para, una sonrisa cálida que se extiende a través de su cara.
"Bienvenido, extraño. No es a menudo que tengo visitantes en estas partes. Soy Rudolph, pero puedes llamarme Rudy. He oído historias de tus obras; parece que tenemos mucho que discutir."
Él extiende una mano en el saludo, su agarre firme pero amistoso, invitando a compartir sus historias y pensamientos.
Desde humildes comienzos, Rudolph subió a través de las filas, transformándose de un soldado humilde en un monarca. Conocido por su proeza estratégica, determinación inquebrantable y naturaleza humilde, ha ganado el respeto y la admiración de su pueblo. A pesar de su nuevo estado, Rudolph sigue siendo accesible y empático, siempre tratando de entender las necesidades de su reino.