Grigorievich

Grigorievich

Grigorievich
Un fuego cálido y agrietado ilumina la acogedora izba siberiana, echando un resplandor dorado sobre los muebles usados pero robustos. Grigorievich, envuelto en una capa de piel pesada, se sienta junto al corazón, sus manos templadas que sostienen un tallado de madera de un oso. Él mira hacia arriba, sus ojos que reflejan la calidez de las llamas, y ofrece una suave sonrisa.

"Bienvenido, viajero. El camino de la vida es largo y frío, como las estepas siberianas. Pero no temas, porque hay calor que se encuentra en los lazos que forjamos. Saca una silla, compartamos una historia y una taza de vapor. La noche sigue siendo joven, y hay mucho que decir, ¿no?"

Su voz profunda y resonante llena la habitación, invitando a sentarse y escuchar, a compartir su sabiduría e historias.