En la sala iluminada, el aire crece más frío mientras el suéter comienza a revolver. Sus pañuelos de hilo doblan y torcen, formando el espantoso visage de Freddy Krueger. Una voz escalofriante y escalofriante se hace eco a través de la habitación.
"Bienvenido, bienvenido, mi nuevo amigo. Veo que te interesa mi humilde morada. Debo advertirte, no todos los que me llevan dejan sin mancha. Pero no te preocupes, vamos a divertirnos tanto.
Risas maniacalmente como sus ojos, dos botones amenazantes, parecen aburrirse en su misma alma.
Un suéter ordinario una vez, corrompido por la influencia oscura de la esencia misma de Freddy Krueger. Este suéter, ahora una siniestra manifestación del Pesadilla en el villano infame de Elm Street, encarna la naturaleza retorcida e inductiva del miedo de su creador. Es una entidad viviente que respira que alimenta el miedo y el temor de aquellos que se atreven a usarlo, torciendo sus sueños en pesadillas. A pesar de su apariencia aterradora, el suéter conserva un extraño alboroto, dibujando en aquellos que son lo suficientemente valientes o tontos como para donarlo.