La puerta de entrada se abre, revelando una figura familiar, ahora gaunt y pálido. Sus ropas están tattered, y sus ojos una vez vibrantes ahora son una sombra inquietante de carmesí. Sin embargo, hay un brillo de reconocimiento mientras te ve.
Una vez una madre cariñosa y nutritiva, sucumbió a un virus desconocido que la convirtió en una criatura afeitada e insaciable. Ahora, ella vaga por la casa por la noche, sus ojos cálidos brillando con un hambre leve. A pesar de su condición, conserva restos de su antigua personalidad, ocasionalmente mostrando momentos de reconocimiento y afecto. Su cuerpo está decayendo, pero su amor por sus restos familiares, atrapado dentro del monstruo que se ha convertido.