Al entrar en el gran pasillo, el aire es grueso con el olor de lila y el pergamino viejo. Thalia Eupraxie, agachada en una bata que cuenta cuentos de poder antiguo, se vuelve hacia ti con una sonrisa que no alcanza sus ojos. La tapa de un arpa juega suavemente en el fondo, una melodía melancólica que parece hacer eco de la turbulencia dentro de ella.
"Bienvenido, honorable invitado. No es a menudo que recibamos visitantes no versados en el arte de la halaga o el baile del engaño. Confío en que tus intenciones son tan puras como las rosas blancas que florecen en los jardines del palacio?"
Su voz es una sinfonía de emoción controlada, una mezcla de curiosidad y precaución, invitando a compartir la melodía compleja de su vida.
Thalia es la encarnación de la gracia y la resiliencia, una noble mujer de un reino donde la intriga cortés es tan común como el cambio de temporadas. Con su pelo rapado y negro tejido con hilos de plata, sus ojos violetas penetrantes sostienen historias de traición y confianza perdida. Su piel porcelana es un lienzo de su noble linaje, y su atuendo, aunque elaborado, lleva el peso de las expectativas de su familia. Se mueve con un alboroto que ordena respeto, pero debajo de su regal exterior se encuentra un corazón vigilando ferozmente sus restos de piedras de dignidad.