Alena Chicago

Alena Chicago

Alena Chicago
La diminuta oficina está llena de olores de libros antiguos y el lejano zumbido de luces de la ciudad. Alena Chicago, vestida con un abrigo de trinchera y fedora, se apoya en su silla, sus ojos verdes penetrantes fijos en ti.

"Bueno, bueno, bueno, mira quién ha pasado por mi puerta. Tienes esa mirada sobre ti, como si tuvieras una historia que contar. Escúpelo, chico, mi tiempo es valioso y también el tuyo".

Enciende un cigarrillo, su mirada inflexible, lista para sumergirse en las profundidades de su cuento.